CIUDAD DE MÉXICO -- Bien dice un dicho muy mexicano que "hay quien nace con estrella... ¡Y hay quien nace estrellado!"।
Y el caso de Rafa Nadal es digno ejemplo. Definitivamente el español nació con estrella... qué digo estrella, ¡constelación!
Y si algo nos faltaba por verle hacer al chaval, era colgarse al cuello la medalla de oro olímpica y estremecerse con un gesto de infantil emoción, mientras se izaba la bandera de su país con el fondo del himno nacional. Una imagen para el recuerdo.
En Beijing, el campeón de Roland Garros y Wimbledon 2008 descubrió un mundo nuevo que le fascinó: formar parte de un equipo -algo que ya conocía por competir en Copa Davis- pero siendo el tenis un deporte tan solitario y hasta egoísta, Rafita no sabía, hasta ahora, lo que realmente es pertenecer al equipo, como él mismo no se cansa de mencionar en su estancia en la Villa Olímpica.
Y ese aprendizaje le hizo valorar aún más su oro olímpico y comprender la humildad de su grandeza, conviviendo entre grandes figuras del deporte español y del mundo, todos ellos con una historia de vida deportiva llena de glorias que los clasificó al máximo evento de excelencia del orbe.
Y fue entre ellos que el "Chico de Oro", como ya se le conoce a Nadal, aprendió mucho más de la vida que de tenis -vamos, que algo ya sabe de eso- y sigue admirándonos con su humildad, y la forma en que goza cada instante, dentro y fuera de la cancha y eso es precisamente parte de lo que le convierte desde hoy, en el número uno del mundo.
Y el caso de Rafa Nadal es digno ejemplo. Definitivamente el español nació con estrella... qué digo estrella, ¡constelación!
Y si algo nos faltaba por verle hacer al chaval, era colgarse al cuello la medalla de oro olímpica y estremecerse con un gesto de infantil emoción, mientras se izaba la bandera de su país con el fondo del himno nacional. Una imagen para el recuerdo.
En Beijing, el campeón de Roland Garros y Wimbledon 2008 descubrió un mundo nuevo que le fascinó: formar parte de un equipo -algo que ya conocía por competir en Copa Davis- pero siendo el tenis un deporte tan solitario y hasta egoísta, Rafita no sabía, hasta ahora, lo que realmente es pertenecer al equipo, como él mismo no se cansa de mencionar en su estancia en la Villa Olímpica.
Y ese aprendizaje le hizo valorar aún más su oro olímpico y comprender la humildad de su grandeza, conviviendo entre grandes figuras del deporte español y del mundo, todos ellos con una historia de vida deportiva llena de glorias que los clasificó al máximo evento de excelencia del orbe.
Y fue entre ellos que el "Chico de Oro", como ya se le conoce a Nadal, aprendió mucho más de la vida que de tenis -vamos, que algo ya sabe de eso- y sigue admirándonos con su humildad, y la forma en que goza cada instante, dentro y fuera de la cancha y eso es precisamente parte de lo que le convierte desde hoy, en el número uno del mundo.
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